Juana Manso: activista por la educación y la mujer (1819-1875) por Guillermo Gitz

Guillermo Gitz

Juana Paula Manso ha sido la protagonista evangélica de la historia social argentina más ignorada por los propios evangélicos. Ella, quien fue educadora pionera, justamente ha sido desconocida por los directivos y el cuerpo docente de los establecimientos educativos evangélicos. Si se hiciera una encuesta en esas instituciones abarcando los diferentes estamentos sobre quién fue Juana Manso, muy pocos sabrían responder correctamente.

Todavía no ha habido un explícito reconocimiento a una mujer tan pro-activa y visionaria de una escuela popular para el total de la población en edad escolar. Su trayectoria cívica fue siempre en pro de la educación en tiempos en que en la Argentina era escasa, después de décadas de oscurantismo y retraso educativo. Si su actividad dirigente abarcó múltiples objetivos; la escuela pública mixta fue su principal interés, con el doble propósito de que las niñas pudiesen estar en un pie de igualdad con los varones y, además, enriquecer su status futuro; pero se topó con el conservadurismo acérrimo de la época.

Cuando el término no existía ni ella lo registraba, fue precursora feminista. Es que tomó posiciones que la enfrentaron a toda la sociedad patriarcal híper-machista de ese tiempo. Sin embargo, muy valiente, siguió adelante, pero con tanta batalla en su contra, se le fue la vida.

“Domingo Faustino Sarmiento la puso al frente de los “Anales de la Educación Común”1, desde cuyas páginas se enfrentó con las conservadoras damas de la Sociedad de Beneficencia2. Dirigió la primera escuela mixta, para escándalo de los tradicionalistas que en 1865 la obligaron a despedir a los alumnos varones. Para mejorar sus ingresos, comenzó a dar clases de inglés en el templo anglicano, donde conoció a Guillermo Junor, quien le habló de la Biblia y la llevó a la iglesia metodista.

“Convencida de la necesidad de defender la libertad de conciencia que Dios había otorgado a cada individuo, Juana Manso solo veía despotismo y represión en un catolicismo al que diferenciaba del verdadero cristianismo. El vínculo con el pastor Junor, una persona que vivía coherentemente con lo que predicaba, reforzó las ideas de Juana Paula, además, en la lectura renovada del Nuevo Testamento, encontró un apoyo para soportar los odios y la soledad que la cercaban”.3

“Aquel acto la enfrentó aún más con los sectores que no podían admitir que luchara por la igualdad de las mujeres en cuanto a la educación y hasta en el voto. Desafiando a los personeros de la rancia burguesía filo católica, ella sostenía que eran incapaces de aceptar las libertades ‘de creer, de pensar, de decir, de enseñar, de escribir; libertades que la iglesia de Roma estigmatiza siempre’*4.

Durante el año 1864, crea, con la escritora Eduarda Mansilla, el semanario «Flor del Aire», teniendo a su cargo la sección «Mujeres Ilustres de la América del Sud». En ella, rescata la vida de mujeres que lucharon por la independencia y la libertad, como Manuela Pedraza, Juana Azurduy y Encarnación Sanguinet de Varela. Escribió el drama teatral «La Revolución de Mayo de 1810», la novela “Los Misterios del Plata”, el relato «Margarita», en donde reflejaba la hipocresía de las relaciones de pareja en el siglo XIX y el “Compendio de Historia de las Provincias Unidas del Río de la Plata”, para que fuese estudiado en las escuelas.

Juana Manso planteó la necesidad de superar las convenciones sociales en el logro de la felicidad personal. Manso disputó contra diversos elementos de las tradiciones culturales y trató de superar las conservadoras convenciones familiares y religiosas. Además de sus discrepancias y críticas hacia el catolicismo dominante, algo que la sociedad de su tiempo no le perdonó, se permitió ser una mujer de pensamiento libre. Por esos dos motivos, cuando falleció, su cuerpo quedó dos días insepulto por negársele un lugar en los cementerios públicos –ambos católicos– al no haber permitido que un sacerdote católico le diera “los últimos sacramentos”. En un territorio rioplatense aún muy moldeado por la tradición, el lugar femenino hasta fines del siglo XIX estaba constituido fundamentalmente por el espacio doméstico, escenario de la reproducción biológica y de la crianza de los hijos, en el que se esperaba que las mujeres se dedicaran a las tareas hogareñas.

Del mismo modo, el derecho a la realización y el desarrollo personal de las mujeres estaban excluidos de la aprobación pública. En ese contexto, Juana Manso irrumpe y busca irrumpir en tareas y espacios sociales que, hasta el momento, eran de dominio casi exclusivo de la cultura varonil (literatura, periodismo, historia, crítica de costumbres, dirección de periódicos). Por ello, funda el “Álbum de Señoritas”, una revista que aborda esos tópicos; aparecida en 1854. Desde el primer número del Álbum, plantea sus objetivos: probar que la inteligencia de la mujer es importante porque cuando Dios formó el alma humana no le dio un sexo’*. Demuestra así que la mujer puede asumir, en pie de igualdad con el hombre, la capacidad de asumir su propia percepción del mundo.

“Si uno indaga en el desarrollo de los sistemas educativos, observa los problemas y propuestas que Juana Manso se formuló a sí misma: impulsar la educación inicial, la profesionalización docente, la ausencia de dogmatismo en la enseñanza, la tolerancia y el respeto por quienes son educados. Probablemente, su principio más formativo en la época en la que vivió fue su convicción acerca de que la independencia de la Nación implicaba la emancipación de las mentes, y ello desató consecuencias que muchas veces la hicieron objeto de condena”5.

Se dedica a dar conferencias, en aquel tiempo era una actividad privativa del hombre: «Con sus conferencias, Juana Manso inaugura la presencia de la mujer en el ámbito público; sus lecturas invitan a la mujer a pensar, a ser parte de los debates en torno del modelo de país que se estaba construyendo después de las guerras fratricidas. Sus conferencias cargadas de ideas combativas animan la promoción de la educación universal como único camino para la igualdad y la libertad, para otorgar derechos a la mujer»6.

Manso supo escribir esta alocución feminista: «La emancipación moral de la mujer es considerada por la vulgaridad como el apocalipsis del siglo. Los unos corren al diccionario y exclaman: ¡Ya no hay autoridad paterna! ¡Adiós despotismo marital! ¡Emancipar a la mujer! ¡Cómo! Ese artefacto de salón (o de cocina), esa máquina procreadora, ese cero dorado, ese frívolo juguete, esa muñeca de las modas, ¿será un ser racional? ¡Emancipar a la mujer! ¿Y qué viene a ser eso? ¿Concederle el libre ejercicio del libre arbitrio? Pero si los hombres reconocen en ella que Dios le dio una voluntad, que la hizo libre como a los hombres; ¡que le dio un alma compuesta de las mismas facultades morales e intelectuales que a los hombres, entonces la habrán hecho bonita! ¡Y dejará de ser un valor nulo! Y ¡qué trastorno social!, ¡qué caos!… La mujer libre, ilustrada, emancipada de las preocupaciones que la condenaban a la inacción intelectual, que la destinaban al estado perpetuo de víctimas, es un enemigo. ¡Cómo! ¿Sería ella un día igual al hombre en derechos sagrados que la brutalidad pisoteó hasta hoy sin misericordia? ¡Escándalo inaudito! ¿A qué podrían recurrir los jóvenes para pretender el corazón de las beldades? ¡Cómo (dicen los empecinados) después de tratar a la mujer como nuestra propiedad, tendríamos que reconocer en ella nuestra igual! ¿Habríamos de ser justos, respetuosos y comedidos con ellas? ¡No, no puede ser! Llegará un día en que el código de los pueblos garantizará a la mujer los derechos de su libertad y de su inteligencia. La humanidad no puede ser retrógrada. Sus tendencias son el progreso y la perfectibilidad; por eso, la mujer ocupará el lugar que le compete en la gran familia social. Su inteligencia, cultivada, mejorará las facultades morales y la hará ejercer la inevitable influencia que le da la naturaleza en los grandes destinos de la humanidad; sí; porque la misión de la mujer es seria y grandiosa. El hombre, empero, hace la guerra a la naturaleza. Es así como, obstinado, niega a la mujer sus derechos y su inteligencia y no puede reconocer su papel de tirano”7.

Con Sarmiento como presidente, fundó 34 escuelas con bibliotecas públicas. Además de esto, introdujo el inglés y promovió un proyecto de profesionalización docente en la legislatura de Buenos Aires. Distribuyó Los Anales de la Educación por todo el país. Fue la primera mujer vocal del Departamento de Escuelas en 1869. En 1871, fue incorporada por el presidente Nicolás Avellaneda en la Comisión Nacional de Escuelas, siendo la primera mujer que ocupó ese cargo.

Sarmiento una vez le escribió: “Una mujer pensadora es un escándalo y usted ha escandalizado a toda la raza humana”8. Se debe inferir esto en el contexto de una época ultra conservadora.

“Por su condición de mujer, muchos diarios y publicaciones la atacaron constantemente, hasta el punto de denigrarla, nombrándola con epítetos salvajes. Eso afectó su salud. Enferma y cansada, muere a los 55 años y sus restos descansan en el Panteón del Magisterio en el Cementerio de la Chacarita.  Aun cuando en su momento fue primero sepultada en el Cementerio Británico. Allí, el pastor Guillermo Junor escribió el siguiente epitafio: “Aquí yace una argentina que en medio de la noche de indiferentismo que envolvía a la patria prefirió ser enterrada entre extranjeros, antes que dejar profanar el santuario de su conciencia.” Recién en 1915, sus restos fueron trasladados al panteón de la Chacarita”9.

La escritora Juana Manuela Gorriti despidió sus restos y en su oratoria exaltó: «Juana Manso, gloria de la educación, sin ella nosotras seríamos sumisas, analfabetas, postergadas, desairadas. Ella es el ejemplo, la virtud y el honor que ensalza la valentía de la mujer, ella es, sin duda, una mujer».

1- Revista educativa para la docencia creada por Sarmiento en 1858. En el prólogo del primer número escribió: «La educación pública, común, universal, ilimitada es la empresa del presente y la garantía del porvenir». En sus comienzos, Anales fue dirigida por Sarmiento hasta 1865, luego, por Juana Manso hasta su muerte en 1875.
2- La Sociedad de Beneficencia fue una institución creada por el presidente Bernardino Rivadavia en 1823, habiendo decidido que fuera el Estado quien se ocupara de la protección y cuidado de los de menores recursos. Hasta ese momento, esa tarea estaba reservada a la iglesia católica. Esa asociación, con el tiempo, fue administrada por las damas de la alta sociedad y se volvió tan conservadora que fue refractaria a cualquier intento de renovación.
3- Arnoldo Canclini, “400 años de protestantismo argentino”, F.I.E.T. – 2004
4- Ibid – Arnaldo Canclini
5- Myriam Southwell, “Perspectivas”, (París. UNESCO: Oficina Internacional de Educación), vol. XXXV, n° 1, marzo 2005.
6- María de Giorgio, responsable del sitio www.juanamanso.org
7- Cita de Juana Manso en “La Ilustración Argentina”, Nº 2 del 13 de diciembre de 1853, pág. 5.
8- Domingo F. Sarmiento, “Obras”, Imprenta Mariano Moreno, 1899.
9- Agencia Télam – abril 23, 2015.

*– Citas textuales de la propia Juana Manso.
– Otro sitio de interés: http://juanamanso1819.blogspot.com

 

 

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