La nación redentora

En su provocador libro The Myth of a Christian Nation: How the Quest for Political Power is Destroying the Church [El mito de una nación cristiana: cómo la búsqueda de poder político está destruyendo a la iglesia], publicado en 2005, Gregory A. Boyd escribió:

Creo que hay un sector significativo del evangelicalismo estadounidense que ha caído en una idolatría nacionalista y política […]. Creo que muchos de nosotros, los evangélicos de Estados Unidos, hemos permitido que nuestra comprensión del reino de Dios se viera corrompida por ideas y proyectos políticos, y cuestiones afines.

En mi opinión, la asunción de Donald Trump reafirma, de un modo explícito, la religiosidad civil que Boyd critica de los evangélicos. *

La espiritualidad de los evangélicos republicanos podría resumirse en tres citas de un blog anterior:

La idea de que somos “una nación guiada por Dios” se remonta a las primeras etapas de nuestra historia, al período en que nuestra nación apenas se estaba gestando. Si tomamos los términos que la Biblia usa para referirse a Israel y a la iglesia, esta visión ilustra a “la nueva Israel de Dios” y nos extiende, como ciudadanos estadounidenses, el llamado divino a ser “un pueblo escogido”, “una ciudad situada sobre un monte”, “la luz de las naciones” y una “nueva Jerusalén”, separada para llevar a cabo una misión especial en la Tierra. […] Sin embargo, con el paso de los siglos y bajo la influencia de la secularización, esta visión central tomó una nueva ruta y se transformó en la doctrina del destino manifiesto, el sueño americano, “crear un mundo seguro para la democracia” y el sentido de excepcionalidad estadounidense.

(Mi yerno, que nació en otro país, preguntaba: “Si los estadounidenses son tan especiales, ¿eso qué dice de nosotros?”. De hecho, mi esposa y yo a menudo nos reímos de todas esas películas en las que se nos describe como los salvadores, que rescatan a la humanidad de todas las amenazas, ya sean terroristas, plagas, aliens o desastres naturales.)

Hay un aspecto en particular del mito que asedia a los evangélicos de Estados Unidos: la idea de que el país debe volver a sus “raíces” como república cristiana. Por esa razón, a menudo, escuchamos llamados al avivamiento y la restauración. Con frecuencia, se cita el pasaje de 2 Crónicas 7:14 en referencia a la nación: “Si mi pueblo, sobre el cual se invoca mi nombre, se humilla y ora, y busca mi rostro, y se aparta de sus malos caminos, yo lo escucharé desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra”.

Este mito central (a saber, la equiparación de la antigua Israel con Estados Unidos) quedó expresado enprayer medios gráficos gracias a un rabí mesiánico, K. A. Schneider, durante una reunión de oración por Donald Trump. Él dijo: “Sólo dos naciones han tenido una relación con Dios: Israel y Estados Unidos”.

Durante la celebración del día previo a la asunción de Trump, en la capital de Estados Unidos, una banda militar entonó un famoso himno cristiano, “El himno de batalla de la República” frente al monumento a Lincoln. La sinergia entre la iglesia y la nación queda claramente expuesta en los primeros versos y el estribillo:

Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor:
Él está aplastando la viña donde se guardan las uvas de la ira;
Ha liberado el fatídico rayo de su terrible y rápida espada:
Su verdad está en marcha.

¡Gloria! ¡Gloria! ¡Aleluya!
¡Gloria! ¡Gloria! ¡Aleluya!
¡Gloria! ¡Gloria! ¡Aleluya!
Su verdad está en marcha.

Me pregunto si los cristianos argentinos han pensado acerca de sus propios mitos culturales y su religiosidad civil.

whiteJusto antes de que Trump prestara su juramento de cargo, uno de los líderes religiosos que oraron por él fue Paula White, defensora del evangelio de la prosperidad y pastora de Trump. Ella también confundió a los dos “pueblos” y “naciones” de Dios (iglesia y nación) y oró:

Gracias, Dios, por este gran país que has entregado a tu pueblo. […] Reconocemos que somos una nación bendita […] y que los Estados Unidos de América son el regalo que nos has dado. […] En Proverbios 21:1 nos enseñas que el corazón de nuestro líder está en tus manos. […] En todas las generaciones, nos has provisto de fuerza y poder para convertirnos en esta nación bendita. […] Que tu favor esté sobre esta nación guiada por Dios. […] Que los Estados Unidos de América sean aquel faro de esperanza que ilumina a todos los pueblos y naciones […], una verdadera esperanza para la humanidad.

Por último, en una de las celebraciones posteriores a la toma de posesión, se hizo una oración que vinculaba los pasajes bíblicos relativos a Israel con la nación y, en particular, con las fuerzas militares de Estados Unidos.

Padre nuestro que estás en los cielos […], mira a este grupo de hermanos que se ha reunido aquí. […] Envía tu bendición divina sobre todas y cada una de estas almas. […] Padre, Soberano sobre todas las cosas, patrono del orden, fuente de justicia, protector de todas las eras de virtuosa libertad, sigue derramando bendiciones sobre esta nación. […] Te pedimos, Padre, que recuerdes a aquellos que a causa de la muerte hoy no están entre nosotros, a aquellos que respondieron libremente a tuinvocation-2 llamado, tal como lo vemos en Isaías 6:8 […]. Recuerda, entre esta santa congregación, […] a todos aquellos en cuyo honor se viste una estrella dorada [condecoración por quienes fallecen en el servicio militar], […] hombres y mujeres valientes que corren hacia la tormenta de tribulación […]. Bendice a aquellos que aún están entre nosotros pero que han sacrificado parte de sí mismos al ser heridos en combate. […] Dios y Padre, confiamos en que derramarás tu bendición, gracia, perdón y guía sobre nuestro Comandante en jefe […] para que nuestra gran nación prospere en tu gloria, permanezca en paz mediante tu fuerza y sea siempre diligente en tu justicia.

Como evangélico estadounidense, me pregunto qué pensarán los argentinos sobre este tema. Los invito a dejar sus opiniones en los comentarios.

También me pregunto si los cristianos argentinos han pensado acerca de sus propios mitos culturales y su religiosidad civil. Nuevamente, sus comentarios son bienvenidos.

*Para más información, ver:

-Bill Edgar: Ni la Utopía ni la Indiferencia

-Tim Keller:

La humildad en nuestro compromiso cultural

El gran desmitificador: El evangelio y la idolatría

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