Aprender de los franceses (por William Edgar)

EdgarEl columnista de New York Times, Roger Cohen, escribió recientemente sobre un incidente revelador. Cohen ama Francia y es dueño de una propiedad ubicada en un antiguo pueblo de este país; había planeado venderla. Cuando la agente inmobiliaria fue a visitarlo, recorrió la propiedad mirando cuidadosamente diferentes puntos, y luego procedió a decirle con total convicción que no debía venderla. «Esta es una casa familiar. Lo sabes apenas entras. Lo sientes en las paredes… Tienes que conservarla para tus hijos…» ¿Con cuanta frecuencia se suele oír ‘¡No la vendas!’ de la boca de un agente inmobiliario en Estados Unidos?

¿Por qué esta mujer rechazaría la posibilidad de ganar una muy buena comisión por vender la propiedad? Cohen lo llamó un «momento cultural». Sencillamente, los franceses tienen intuiciones emocionales acerca de un terreno, que van más allá de los intereses económicos. Valores tales como la efectividad y el logro no son necesariamente parámetros de buena vida para los franceses.

Luego de haber vivido muchos años como estadounidense en Francia, puedo ver las ventajas y las desventajas de este estilo de vida. Una vez me encontré envuelto en una conversación con un amigo francés sobre cuál era la mejor manera de terminar un proyecto. Había sugerido una forma particular de tener el trabajo listo, a lo que mi amigo respondió: ¿Por qué ustedes, los estadounidenses, siempre quieren que se haga algo? Un poco incrédulo, le respondí haciendo mención a las razones por las cuales la economía francesa está en problemas. Lo reconoció, pero luego insistió en que existían cosas más importantes en la vida que el bienestar económico.

Uno de los equilibrios más difíciles de mantener está entre la urgencia de los horarios, por un lado, y la normalidad de la vida cristiana, por el otro…Lo que podemos aprender de los franceses es que el reposo y el trabajo honesto van de la mano con una muy buena calidad de vida.

En un encuentro reciente, la canciller alemana Ángela Merkel, interrogó a Manuel Valls, anterior Ministro del Interior y actual Primer Ministro de Francia, sobre sus últimos intentos de reforma económica. Ella tenía todos los motivos para sentirse segura ante el francés, ya que Alemania ha sido un modelo de solidez económica frente a grandes dificultades. Mediante el recurso de la disciplina fiscal y el trabajo duro, Alemania ha hecho enormes avances, aunque aún hay debilidades. Algunos políticos franceses, como el anterior Primer Ministro François Fillon, les están rogando al país imitar la sabiduría de Alemania. Fillon acusa a sus compatriotas de ser laxos y de no preocuparse por la competencia. De todos modos, argumenta: ‘si nos recuperamos por completo, deberá ser como franceses’. Citando al General Charles de Gaulle, él dijo: ‘Si has de tener un rol internacional, deberás existir de manera autónoma en casa’.[1]

Quizás estemos considerando los extremos. Valorar la tradición y disfrutar la vida, las comidas sin apuro y los largos debates son buenos correctivos para las personas cuya principal motivación es el dinero. Aun así, la disciplina, el trabajar duro y, sí, lograr objetivos, por supuesto, también son buenos. La Biblia recomienda ambos, aún en un mundo rodeado de disturbios. Se espera de nosotros que trabajemos y evitemos la pereza. Sin embargo, si el mismo Dios es un modelo para nosotros, sabemos que después de trabajar, necesitamos descansar (Génesis 2:2-3; Éxodo 20:8-11). Incluso la tierra fue hecha para que descanse (Levítico 25:4, 8-12). No debemos permitir que las crisis definan nuestros estilos de vida, sino hacer que nuestra manera de vivir defina cómo enfrentamos las crisis.

En nuestro mundo complejo, puede parecer irresponsable hablar de ‘estilo de vida’. Pero ¿no es, precisamente, cuando estamos rodeados de catástrofes que deberíamos desarrollar disciplinas firmes y constantes para no quedar destruidos cuando lleguen los problemas? El apóstol Pedro lo expresó de esta manera: «Ya se acerca el fin de todas las cosas. Así que, para orar bien, manténganse sobrios y con la mente despejada» (1 Pedro 4:7). La oración es sólo uno de varios hábitos que forman el estilo de vida al cual somos llamados en la Biblia para enfrentar los momentos de prueba.

Uno de los equilibrios más difíciles de mantener está entre la urgencia de los horarios, por un lado, y la normalidad de la vida cristiana, por el otro. Se espera que adoptemos ambas posturas. «Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos…», les dice Pablo a los creyentes de Éfeso (Efesios 5:14). Así que debemos estar alertas. Y, además, a los mismos lectores, Pablo les dice: «trabajen con sus propias manos» (4:28). A los tesalonicenses les dice: «a procurar vivir en paz con todos, a ocuparse de sus propias responsabilidades…» (1 Tesalonicenses 4:11). Lo que podemos aprender de los franceses es que el reposo y el trabajo honesto van de la mano con una muy buena calidad de vida. Ellos no están constantemente ocupados, sino que son respetuosos de la privacidad y de la buena vida. ¿Un poco más de trabajo? Seguramente. ¿Más espíritu entrepreneur? ¡Es una palabra francesa! Pero no a costa de no disfrutar los buenos regalos de Dios.

– William Edgar es Profesor de Apologética en el Seminario Teológico de Westminster en Filadelfia.

-“Capital Commentary” es el semanario que publica asuntos de actualidad del Centro por la Justicia Pública, escrito para alentar la búsqueda de la justicia pública, 13-10-2014

-Para más información: http://www.cpjustice.org/public/capital_commentary/article/61#sthash.c5hbpr6M.dpuf

 

 

[1] “Ne Tirez Pas Sur l’Allemagne,” Le Point, 25 Septembre, 2014, No 2193, 24-25.

 

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