Entonces, ¿qué admiro de Ernesto “Che” Guevara?
Admiro a sus padres por fomentar el desarrollo intelectual de sus hijos. Valoro ciertos aspectos del carácter de Ernesto como persona: la empatía y la compasión, el celo por la justicia, la fortaleza y la dedicación, la audacia y el coraje, la curiosidad intelectual, el deseo de seguir aprendiendo por toda la vida, la disposición a sufrir, el compromiso con el pensamiento, la determinación a actuar sobre la base de una cosmovisión sin importar cuál fuera el costo. También admiro el consejo que dio a sus hijos: “Tienen el privilegio de vivir otra época y hay que ser digno de ella”.
Ahora bien, imaginen qué sucedería si la iglesia evangélica argentina diera a luz siquiera un Che piadoso. ¿Qué pasaría si surgiera un Che imitador de Cristo, que estuviera apasionado por el Señor Jesús, que supiera articular de forma clara una cosmovisión cristiana y pudiera mostrar el amor y el señorío de Cristo como modelo y mentor?
Imaginen qué pasaría si tuviéramos líderes cristianos como el Che, cuyo testimonio fuera el de “un hombre que actuó de acuerdo con sus creencias y, seguro, ha sido fiel a sus convicciones”.
Imaginen qué pasaría en diez, veinte o treinta años si los cristianos crearan la infraestructura necesaria para generar líderes como él. ¿Qué pasaría si los padres y pastores fomentaran la curiosidad intelectual y enseñaran a los creyentes a amar a Dios con su mente? ¿Qué pasaría si los cristianos aprendieran a expresar con creatividad la cosmovisión bíblica y a defenderla de forma convincente?
Imaginen esos líderes parecidos al Che: académicos que trabajan en las universidades; empresarios que crean negocios y enseñan a otros a hacer lo mismo (en especial, a los pobres); artistas que pintan y esculpen, junto con arquitectos que diseñan, para el embellecimiento de la ciudad; científicos que buscan la cura de enfermedades crónicas motivados por la compasión de Cristo; sociólogos y médicos que hacen frente a los desafíos de la salud pública; músicos con el espíritu de Bach que componen e interpretan música para la gloria de Dios; empleados públicos y abogados que promueven reformas y justicia; policías y fiscales que sirven con integridad bíblica; psicólogos que trabajan sobre el fundamento de una consejería y una educación cristiana.
Imagínenlo: ¿qué pasaría si hubiera líderes culturales e intelectuales como el Che, que escribieran libros y artículos, dieran charlas, aparecieran en televisión, publicaran en revistas, hablaran en conferencias, todo, motivados por su cosmovisión bíblica?
Imaginen visionarios como el Che, firmes sobre sus convicciones como una roca sólida, dueños de un carácter piadoso, llenos de sabiduría bíblica y coraje.
Sólo imaginen: ¿qué pasaría si surgiera un Che cristiano que encarnara claramente la cosmovisión bíblica?
¡Sólo imaginen todo lo que podría pasar!