El artículo infame: Ernesto «Che» Guevara (segunda parte)

Siendo norteamericano, el argentino que más admiro es una persona que debería desagradarme y a quien debería repudiar por su historia e ideología. Es probable que los sorprenda enterarse de a quién me refiero.

Mi argentino favorito es nada menos que Ernesto “Che” Guevara.

¿Por qué él?

Primero que nada, voy a hacer algunas salvedades; después voy a darles una biografía; por último, voy a explicarles por qué lo admiro y voy a proponer varias implicancias que eso tiene para la iglesia evangélica argentina.

Empecemos por mis salvedades. En primer lugar, algunos sostienen una postura implacable a favor o en contra del Che, el revolucionario que se ha convertido en figura de culto. Si uno observa al Che desde una perspectiva norteamericana, la tendencia es a concebirlo exclusivamente como un terrorista o una “amenaza comunista” que debe ser temida y controlada. No obstante, desde una perspectiva latinoamericana, el Che fue “un mesías antiimperialista”, porque se resistió al “modelo norteamericano de imperialismo y consumismo egoísta”. Un autor dijo: “Fue uno de nosotros. Pudimos identificarnos con él. Había rechazado los privilegios y el poder. Cuando la muerte lo alcanzó, no tenía nada”. En breve, el Che Guevara personificó la cosmovisión latinoamericana, forjada a lo largo de siglos de colonialismo. Era “profundamente latinoamericano” y “parte del imaginario colectivo” de Latinoamérica.

En segundo lugar, tengan en cuenta que no escribo para quienes abrazan una de estas dos perspectivas, a favor o en contra, para argumentar a favor o en contra del hombre y mito. Sin embargo, admito que el prejuicio que antes tenía en su contra era norteamericano y propio de quien vivió muchos años cerca de Washington D.C. Ahora que he vivido en Argentina por casi ocho años y he investigado a Guevara un poco más a fondo, mi perspectiva tiene más matices. Puedo “oír” mejor la “melodía” de Guevara en Argentina y entender más claramente por qué el Che es “profundamente latinoamericano”.

En tercer lugar, sepan que no apruebo la cosmovisión del Che, ni su filiación política, ni sus métodos violentos, ni siquiera ciertos aspectos de su moralidad personal. Hay un autor que expresó una perspectiva similar a la mía: “Sigo enredado en medio de sentimientos encontrados, que van desde la empatía hasta el horror y luego a un gran respeto. Si lo miramos desde cerca, el Che provoca tanto rechazo como atracción […]”. Básicamente, he adquirido empatía y respeto por la persona, Ernesto Guevara.

En cuarto lugar, en este artículo voy a interpretar a Guevara, el ser humano, a través de un paradigma distinto y para un grupo de personas distinto. Lo que propongo es pensar al Che como un modelo atípico del cristiano evangélico argentino.

Un comentario

  1. Un misionero de América del Norte: “Yo también siento atracción y a la vez rechazo por la figura del Che. Mis objeciones van en contra del rol de mesías secular que ha llegado a tener. Este fenómeno está alimentado por el catolicismo y el utopismo de Argentina. Las personas crean santos seculares… Es algo muy común entre algunos jóvenes de edad universitaria. Si a eso sumamos la teología de la liberación, el resultado es dañino para los jóvenes cristianos.”

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