En los últimos años, en los Estados Unidos, ha habido una discusión entre teólogos y pastores, relativa al mejor modelo para la plantación de iglesias. Dos paradigmas surgieron: el de los modelos Encarnacionales y el de los Atraccionales. A continuación, se muestra una descripción de cada uno.
¿Cuál prefieres y por qué?
El modelo de iglesia basado en la “atracción”
Concepto: “¡Vengan y vean!”. Este modelo presupone que debemos atraer a la gente a la iglesia para que allí encuentre a Jesús. Enfatiza la necesidad de celebrar reuniones creativas y dinámicas, así como de tener oradores poderosos y programas ministeriales prácticos. El modelo basado en la “atracción” adopta un lenguaje y un discurso moral en común entre la sociedad y la iglesia. La iglesia exhorta a la gente ya civilizada por el cristianismo a “venir y escuchar”.
Misión: Las misiones son una de las muchas tareas que la iglesia realiza. Por lo general, quienes llevan a cabo las misiones son personas especialmente capacitadas, enviadas a tierras lejanas para evangelizar a los paganos. Un autor escribió: “La evangelización, cuando está presente en un lugar, con frecuencia se define como el reclutamiento de miembros en un nivel local y como la plantación de iglesias en un plano regional.
Críticas: Cuando el cristianismo dominaba la cultura, había muy poco interés en comprender las religiones del mundo, las distintas cosmovisiones, la cultura popular y las espiritualidades alternativas. Los cristianos se relacionaban muy poco con la gente que tenía prioridades y prácticas radicalmente distintas. Con el tiempo, la iglesia se escondió en su “gueto”, distante y desprevenida respecto de la cultura antitética circundante. Ahora vivimos en una sociedad poscristiana y posmoderna que está dominada por cosmovisiones y estructuras contrarias a la fe cristiana. Mucha gente no está aculturada en cuanto a cristianismo se refiere y no se inclina a “venir y ver”.
Además, en el marco de nuestra cultura consumista actual, la iglesia se promociona como un proveedor más (entre muchos otros) de bienes y servicios religiosos. Solo los mejores programas y servicios logran sobrevivir. Las personas que se congregan son pasivas y consumistas. La iglesia se vuelve un carril de autoservicio: la gente viene a buscar servicios personales y familiares, a subir la autoestima y a entablar relaciones y sociabilizar.
Potencial: Imagine una iglesia que no está dominada por el consumismo o un sentido de cristiandad. En tal caso, la iglesia basada en la “atracción” se vería a sí misma como un puesto de avanzada del cielo y haría suyo el consejo de Jeremías a los exiliados de buscar “el bienestar de la ciudad” (nuestra ciudad posmoderna) pero no al costo de asimilarse con el relativismo, el individualismo o el consumismo. La iglesia escucharía a la cultura y procuraría encontrar formas creativas y amorosas de participación crítica.
Esta iglesia evitaría cualquier tipo de identificación con ninguna teología o práctica de ninguna ideología, raza o clase económica en particular. Modelaría diferentes valores con respecto al dinero, el sexo, la raza y el poder. Estaría comprometida con la justicia social y la compasión. Esta iglesia sería atrayente como una ciudad alternativa que procura vivir en el amor y la verdad, como discípulos de Jesucristo en “este mundo malvado” (Gá. 1:4).
El modelo de iglesia basado en la “encarnación”
Concepto: “¡Salgan y sirvan!”. Este modelo presupone que los cristianos deben salir de la iglesia y relacionarse con los no creyentes dentro de su cultura poscristiana y posmoderna. Enfatiza la necesidad de llevar la iglesia a la gente en lugar de traer a la gente al templo.
Misión: Las misiones no son meramente lo que la iglesia hace sino lo que la iglesia es. Jesús dijo a sus discípulos: “Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes” (Jn. 20:21). Dios tiene una misión y su pueblo es “enviado” al mundo para encarnar (demostrar) el evangelio en medio de un entorno cultural ajeno y adverso. Los cristianos deberían volverse parte de sus comunidades, sirviendo al bien común y relacionándose con los no creyentes, de modo que sus vidas se conviertan en el mensaje.
Críticas: En el contexto de nuestra cultura relativista y posmoderna, esto puede implicar transigencia y asimilación. En un seminario sobre el ministerio basado en la “encarnación”, se le dijo a un líder cristiano: “‘El Verbo se hizo carne y sangre, y se mudó al vecindario’. […] A lo largo del seminario, escuché muchas técnicas para adoptar una segunda cultura, como escuchar a los demás y sumergirme en un vecindario urbano. […] Jesús proveyó el modelo de cómo sumergirse en otra cultura, pero el contenido específico de su vida y su enseñanza, y su muerte y su resurrección, estaban fuera de lugar”. Nuestra cultura poscristiana y posmoderna fomenta la reducción de la iglesia y la doctrina, enfatiza el amor de Dios en lugar de su ira y valida otras religiones y espiritualidades.
Potencial: Imagine una iglesia que se entiende a sí misma como el “pueblo enviado de Dios”. Esta iglesia saldría y serviría a los grupos marginados por la cultura dominante. Consideraría con discernimiento las cosmovisiones y espiritualidades a fin de demostrar y comunicar el evangelio. Esta iglesia adaptaría la adoración y el ministerio para conectarse con la comunidad no cristiana. Evitaría la práctica y el discurso religiosos cuando trata con los no creyentes. Reflexionaría teológica y apologéticamente acerca de su contexto religioso y cultural.
Esta iglesia evitaría cualquier tipo de identificación con ninguna teología o práctica de ninguna ideología, raza o clase económica en particular. Modelaría diferentes valores con relación al dinero, el sexo, la raza y el poder. Estaría comprometida con la justicia social y la compasión. Esta iglesia encarnaría (demostraría) el evangelio a través del servicio comunitario y el verdadero compañerismo cristiano.