A mis amigos evangélicos que apoyan fervientemente a Trump, quiero sugerirles con respeto que su defensa del presidente estadounidense podría ser un fanatismo ciego a una ideología religiosa. Les ruego que consideren las prescientes palabras del ex presidente checo y disidente Václav Havel:
En una era en que las certezas metafísicas y existenciales se encuentran en crisis, las personas están siendo víctimas del desarraigo y la alienación y están perdiendo noción de lo que este mundo significa, esta ideología [el totalitarismo comunista] inevitablemente adquiere cierto encanto hipnótico. Ofrece a una humanidad deambulante un hogar disponible en lo inmediato: todo lo que uno debe hacer es aceptarla y, de pronto, todo vuelve a ser claro, la vida cobra un nuevo sentido, y todos los misterios, las preguntas irresueltas, la ansiedad y la soledad se desvanecen. Desde luego, el precio de este hogar barato acaba siendo muy elevado: el costo es renunciar a la propia razón, consciencia y responsabilidad, dado que un aspecto esencial de esta ideología es que la razón y la consciencia quedan relegadas a una autoridad superior. El principio que esto supone es que el centro de poder coincide con el centro de la verdad. (En nuestro caso, la relación con la teocracia bizantina es directa: la mayor autoridad secular coincide con la mayor autoridad espiritual.)
(«El poder de los sin poder», pp. 129-130 [traducción propia].
Pensemos en lo que él dice sobre el totalitarismo y apliquémoslo a la devoción con que muchos evangélicos siguen a Trump. ¿No les suena algo parecido?: “todo vuelve a ser claro” (porque Trump está cumpliendo profecías acerca de Israel y la nación estadounidense), “el costo es renunciar a la propia razón, consciencia y responsabilidad” (porque muchos cristianos pasan por alto el desastroso comportamiento de Trump y aprueban la influencia de Paula White sobre el presidente), “la razón y la consciencia quedan relegadas a una autoridad superior” (porque muchos de los defensores de Trump se limitan a imitar de manera acrítica sus slogans y distorsionados valores) y “el centro de poder coincide con el centro de la verdad” (porque Trump supuestamente “ha sido escogido por nuestro Señor para llevar a cabo un rol muy específico”).
Queridos amigos, les ruego que se hagan a ustedes mismos las siguientes preguntas de diagnóstico:
- ¿Cuál es su fuente de revelación? ¿La autoridad sobre su vida es la sola Escritura o hay otras fuentes de inspiración divina que influyen en su opinión (como sueños, visiones, “palabras” y experiencias místicas)? ¿No creen que se está permitiendo que esas fuentes externas a la Biblia pasen por encima de la autoridad bíblica?
- ¿Cuál es su visión de la espiritualidad? ¿Es importante “amar a Dios con toda la mente” o hace hincapié en los aspectos subjetivos y experienciales de la espiritualidad?
- ¿Cree que la oración de 2 Crónicas 7:14 (“si mi pueblo, sobre el cual se invoca mi nombre, se humilla y ora […] perdonaré sus pecados y sanaré su tierra”) es aplicable solo a la antigua Israel o también a los Estados Unidos modernos?
- ¿Quiénes son el pueblo de Dios? ¿Cuáles son las distinciones entre Israel (antigua y moderna) y Estados Unidos?
- ¿Cuál es la relación entre la Israel teocrática del Antiguo Testamento y la iglesia del Nuevo Testamento?
- ¿Realmente hay “dos pueblos de Dios” (Israel y Estados Unidos)? ¿Nuestra nación es una teocracia (como Irán, Arabia Saudita o incluso Corea del Norte)?
Su respuesta a esas preguntas probablemente determine su percepción del presidente Trump. Además, sus respuestas tal vez indiquen que usted ha caído en la trampa de una ideología religiosa. Tomando las palabras de Havel, estaría sufriendo este lamentable resultado: “[ha renunciado] a la propia razón, consciencia y responsabilidad”.
Traducido por Micaela Ozores