(Tomémonos primero un momento para leer 1 Samuel 25.)
Nabal es el arquetipo del insensato. El conflicto entre David, Nabal y Abigail se describe en términos de conocimiento, entre la necedad y la sabiduría. El punto en cuestión era quién discerniría correctamente la importancia de David.
El siervo de Nabal aconsejó a Abigail frente a la inminente amenaza de David: “Piensa bien lo que vas a hacer, porque David ha determinado darle un escarmiento a nuestro amo y a toda su familia. Nuestro amo es tan malvado que ni siquiera se le puede hablar” (v. 17). Abigail entendió el verdadero carácter de su marido, pudo discernir la importancia de David como siervo de Dios (vv. 23-31) y decidió actuar de la manera más sabia (vv. 18-20).
El narrador empieza y termina el relato hablando del poderío económico de Nabal. Nabal tenía una hacienda, era muy rico y tenía mucho ganado (v. 2). El versículo 11 da cuenta de sus pretensiones de superioridad y su alarde de su propia condición en comparación con David: “¿Acaso voy a quitarles a mis esquiladores el pan, el agua y la carne que [yo] he preparado para ellos y dar todo eso a gente que no sé ni de dónde son?” (v. 11). Para colmo, como quien pone sal en la herida, Nabal cuestionó su linaje: “Hoy día, hay muchos criados que andan huyendo de sus amos” (v. 10b). Hacia el final de la historia, el narrador menciona el banquete autoindulgente de Nabal, que fue “semejante al banquete de un rey” (v. 36). Nabal era bastante tacaño con los demás, pero muy disipado cuando se trataba de sí mismo.
Como heredero de Abraham, Nabal no fue un benefactor generoso. Por ejemplo, la ofrenda de Abigail a David de “cinco ovejas ya guisadas” (v. 18) le era muy inconsecuente a Nabal en términos económicos. A pesar de su gran riqueza, transgredió las normas sociales y los reglamentos del pacto israelita. Las fuerzas de David habían protegido a los siervos de Nabal y a su ganado (vv. 5-8, 21). Su pedido de provisiones venía a ser como una negociación, mientras que la desdeñosa respuesta de Nabal, “¿Y quién es David?”, fue un rechazo de esa relación, a pesar de que Nabal ya se había beneficiado de los servicios de David. Además, la negativa de Nabal a compartir provisiones con los hombres de David infringía las leyes hebreas acerca del cuidado de los viajeros y la hospitalidad, en especial, durante la fiesta de la cosecha.
El narrador resume la personalidad de Nabal diciendo que “era duro y malvado” (v. 3). Su dureza se manifiesta en la forma en que se dirigió a los representantes de David despectivamente. El siervo de Nabal dio fe de que “él los ofendió” (v. 14) y David dijo que Nabal lo había humillado (v. 39). El término “malvado” se refiere a quien comete males de todo tipo, pero, en el contexto inmediato, se especifica cuáles eran los males de Nabal. Su vanidad, su falta de discernimiento y su completo rechazo de las obligaciones sociales hebreas eran graves iniquidades. David se quejó diciendo: “En vano hemos cuidado todo lo que Nabal tiene en el desierto. No le quitamos nada de lo suyo y, sin embargo, él nos paga mal por todo el bien que le hemos hecho” (v. 21). Además, tanto su esposa como su siervo llamaron a Nabal imprudente o indigno. El término hebreo que se traduce así significa literalmente “hombre o hijo de Belial”. Un autor demostró que esta palabra hace referencia a las peores transgresiones contra Dios y su pueblo, es decir, a “aquellos que se rebelan contra Dios o su ley o incitan a otros a rebelarse”.
Por último, el nombre Nabal significa insensato o necio. Proverbios 14:16 dice: “El sabio teme a Dios y se aparta del mal, pero el necio se muestra temerario y engreído”. En otras palabras, el necio no escucha. En este relato, Nabal es indudablemente obstinado: “Nuestro amo es tan malvado, que ni siquiera se le puede hablar” (1 S. 25:17). Los insensatos como Nabal emprenden un camino que conduce a resultados desastrosos en términos morales, sociales e intelectuales. Al final, suele suceder que “los necios mueren por falta de cordura” (Pr. 10:21). Eso es lo que le pasó a Nabal por haber discernido de una forma totalmente errónea la importancia de David y haberlo ofendido. Se convirtió en enemigo de David y cayó presa de la profecía de Abigail: “Que todos tus enemigos, incluyendo a Nabal, sean duramente castigados. […] el Señor tu Dios […] destruirá a tus enemigos y los arrojará lejos, con la facilidad con que se arroja una piedra con la honda” (vv. 26, 29). Un autor dijo: “Nabal experimentó un ataque moral al corazón que lo volvió obstinado frente a la ley. Por su desobediencia, prolongada y sin arrepentimiento, el Señor lo hirió”.
En efecto, Nabal no temió al Señor, no discernió la realidad y se comportó de manera acorde. Toda su esencia exudaba imprudencia o indignidad (v. 25), palabra que no solo indica una alteración cognitiva, sino también perversión sexual, violencia y rebelión (¿será que Nabal abusaba sexualmente de Abigail?). Por estas razones, Ben-Meir resume la personalidad de Nabal describiéndolo como un necio paradigmático: “Nabal tiene la ambigua distinción de ser un ‘insensato’ y un ‘hijo de Belial’, que ha hecho necedades”.
Traducido por Micaela Ozores