Nimrod: el primer imperialista

Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer hombre poderoso en la tierra. Este fue un vigoroso cazador delante del Señor. Por eso se dice: “Así como Nimrod, vigoroso cazador delante del Señor”. Las ciudades principales de su reino fueron Babel, Erec, Acad y Calne, en la tierra de Sinar. De esta tierra salió para Asiria, y allí edificó Nínive, Rejobot, Calaj, y Resén, la gran ciudad que está entre Nínive y Calaj. (Gn. 10:8-12)

Nimrod fue uno de los descendientes de Cam, el hijo de Noé (Gn. 9:18), al que Noé maldijo a través de Canaán, su nieto (v. 25). Canaán fue padre de los adversarios de Israel desde tiempos inmemoriales: los cananeos, un conjunto de pueblos que habitaban la tierra prometida: “los hititas, los amorreos, los ferezeos, los jivitas y los jebuseos” (Éx. 3:8). Nimrod también fue el primer imperialista y un ancestro de los imperios mesopotámicos (vv. 10-12). Estas civilizaciones paganas fueron la pesadilla de Israel. Lo sedujeron con su idolatría y condujeron a la nación al exilio, más adelante, en la historia judía.

Nimrod fue una persona excesivamente cruel e impía. Basándose en la evidencia exegética y arqueológica, Douglas Petrovich tradujo los versículos 8 y 9 de tal manera que se revela su carácter negativo:

Cus engendró a Nimrod, quien actuó de una forma irreverente a fin de volverse poderoso en la tierra; se convirtió en un poderoso asesino a los ojos del Señor.

Petrovich explica que el nombre de Nimrod significa “rebelde”, “rebelarse contra Dios” o “nos rebelaremos”. La frase “actuó de una forma irreverente” deriva del verbo hebreo “profanar”. La palabra “poderoso” suele usarse en el Antiguo Testamento para referirse a las proezas militares y el valor marcial. El término “asesino”, en contexto, es una mejor elección que “cazador”. Petrovich argumenta que el linaje, la rebelión, la irreverencia y la agresividad de Nimrod, así como sus hazañas colonialistas (vv. 10-12), ponen de manifiesto su verdadera naturaleza de hombre violento y ambicioso con ansias de edificar un imperio. Además, la expresión “a los ojos de” significa literalmente “delante del rostro” del Señor y, en este caso, deja ver su evaluación negativa de este personaje.

Por lo tanto, Nimrod fue el imperialista paradigmático de “al oriente de Edén” (Gn. 3:24), es decir, del mundo del pecado. Petrovich describe sus planes colonialistas refiriéndose a los versículos 10 al 12: “Nimrod vino a conquistar y, con ese fin, perdonaba la vida —siempre que fuera posible— a las ciudades que derrotaba, edificaba aun más sobre ellas hasta convertirlas en ciudades de impresionantes dimensiones y las incorporaba a su imperio. Esta estrategia de preservar las ciudades y desarrollarlas aun más lo habría ayudado a acelerar los engranajes de su imperio y, así, a potenciar su capacidad de expansión hasta lugares aun más distantes”. Douglas K. Stuart resume en los siguientes términos la pecaminosa “mentalidad de imperio” que Nimrod personificó y originó en el antiguo Cercano Oriente:

  1. Ciertos reyes, escogidos y favorecidos por los dioses, y las naciones que ellos gobernaban tenían tanto el derecho divino como el deber, delegado por los dioses, de someter, anexar o subyugar a otras naciones para así crear un imperio.
  2. Los imperios tenían el derecho a ser religiosamente imperialistas.
  3. Se esperaba que los reyes conquistados adaptaran las prácticas e inclinaciones de sus respectivas naciones en conformidad con los valores del imperio del que ahora formaban parte […], en especial, en lo referido a los tributos e impuestos, pero también proveyendo al imperio esclavos, soldados, barcos y distintos y diversos bienes y servicios, además de imitar las prácticas del imperio.

Por estas razones, Nimrod dispuso el contexto geográfico y cultural para la construcción de la torre de Babel (Gn. 11:1-9). En términos geográficos, su reino estaba ubicado en Babel y en “la tierra de Sinar” (Gn. 10:10; 11:2). Los monarcas mesopotámicos solían llamarse a sí mismos “el Rey del universo”. Sin embargo, como dijo un autor: “Mientras que los monarcas babilónicos o asirios típicamente presumían de ser reyes del mundo, la frase ‘delante de YHWH’ deja en claro que el verdadero rey del mundo es YHWH”.

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