Leamos, para empezar, Génesis 3:1-5 (NVI):
1 La serpiente era más astuta que todos los animales del campo que Dios el Señor había creado, así que le preguntó a la mujer:
—¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín?
2 —Podemos comer del fruto de todos los árboles —respondió la mujer—.
3 Pero, en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: “No coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán”.
4 Pero la serpiente le dijo a la mujer: — ¡No es cierto, no van a morir!
5 Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal.
En toda la historia registrada del pensamiento, esta breve frase de la serpiente —“es verdad que Dios les dijo”— es, sin duda, la más significativa. Detrás de esta pregunta de aparente inocencia, se escondía una caja de Pandora llena de errores blasfemos y maldad destructiva. El preguntar si Dios realmente dijo lo que dijo, envuelve una multitud de supuestos motivados por la envidia, la rebelión y el cinismo. Es difícil imaginar cuánta audacia y arrogancia se hallan implícitas en esta pregunta.
Con este interrogante, la serpiente “metió la cola” en la mente y el corazón de Adán y Eva. Introdujo la medida de duda y confusión suficiente para dar a entender que Dios podía y debía ser cuestionado. La serpiente insinuó que la perspectiva del Creador estaba sesgada y necesitaba urgentemente una corrección. Sutilmente, puso a Adán y Eva en el lugar de jueces para que decidieran entre escucharla a ella o a Yahweh Elōhîm. Los llamó a atender a sus palabras por sobre las de Dios.
La serpiente dijo a Eva: “¡No es cierto, no van a morir!”. La instó a dejar de dudar y a abrazar la impunidad y una actitud como la de la serpiente. Calmó su temor a la retribución de Dios y la autorizó a comer y quebrantar el pacto con Dios. Un comentarista resume la estrategia de la serpiente de la siguiente manera: “Merece tenerse en cuenta el hecho de que la serpiente nunca le dijo a la mujer que transgrediera la prohibición de Dios. Simplemente, la animó a dudar de la veracidad de Dios (al contradecir su advertencia) y su fiabilidad (impugnando sus motivos), y dejó que la mujer sacara sus propias conclusiones”.
La declaración de la serpiente —“¡No es cierto, no van a morir!”— también fue una negación descarada de las palabras que Dios dijo en Génesis 2:17. En efecto, acusó a Dios de ser un mentiroso. Según argumentó la serpiente, Yahweh Elōhîm estaba ocultándoles algo y les estaba negando su mayor bendición, que era, específicamente, un tipo de conocimiento que los volvería “como Dios”.
Haciendo uso del lenguaje de Génesis 1:26-28, que habla de imagen y semejanza (“ser como Dios”), la serpiente los instó a repensarse a sí mismos al margen de su Creador. Los redefinió dentro de su propia cosmovisión, despojando al entorno del Edén del concepto de la imagen divina. Los motivó a seguir el camino de la serpiente y volverse imago Satan (a la imagen de Satanás) en lugar de imago Dei (a la imagen de Dios).
La serpiente asumió una postura escéptica desde la que puso en tela de juicio el mandato de Dios para Adán y Eva. Desde esta postura, propuso hacer una evaluación crítica de las motivaciones y la bondad de Dios. La pregunta que le hizo a Eva presuponía que Dios era deshonesto, mientras que, por otro lado, la “benévola” serpiente acudía a Adán y Eva para poner las cosas en su lugar por el bien de ellos. Los invitó a adoptar su mentalidad, motivaciones y costumbres torcidas, y lo logró.
“[…] pues como ellos no creen, el dios de este siglo les ha cegado el entendimiento para que no resplandezca en ellos la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.” (2 Corintios 4:4).
Traducido por Micaela Ozores
Creo que si tan solo pudieramos entender y abrazar esta enseñanza, gran parte de nuestras vidas cambiaria por completo. Entender como la serpiente ha y sigue operando desde los inicios con el mismo modus operandi es lo que nos mantendria alertas para detectar como sigue hoy en dia poniendo en duda cada cosa que Dios nos habla.
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