Mi llamado al mundo académico (por Keith Campbell)

Dr. Keith Campbell

Por Keith Campbell

Las personas eligen adentrarse en el mundo académico por muchas razones: por amor al estudio, por el deseo de aportar nuevos conocimientos a una disciplina, porque quieren marcar una diferencia en el mundo, porque un profesor identificó en ellos el potencial académico, y una lista interminable de otros motivos.

Elegí dedicarme a los estudios académicos por todas esas nobles razones. Sin embargo, hay una razón más que moldeó en gran medida mi trayectoria profesional: descubrí que había una gran necesidad de estudiosos estadounidenses como yo que estuvieran dispuestos a servir más allá de las fronteras de Norteamérica. De hecho, fue precisamente eso lo que dije en la entrevista de ingreso a mi doctorado. La pregunta fue: “¿Por qué quiere obtener un doctorado en Estudios del Nuevo Testamento?”. Mi respuesta fue: “Un día quiero enseñar y servir en otros países”. ¿Por qué? Porque hay cientos de estudiosos de mi campo que desean obtener un empleo como profesores e investigadores en Estados Unidos, mientras que en muchos otros lugares la necesidad de profesores e investigadores bíblicos asciende vertiginosamente (como argumento en mi artículo “The American Evangelical Academy and the World: A Challenge to Practice More Globally” [Los estudios académicos evangélicos en Estados Unidos y en el mundo: un desafío a extender la práctica a nivel mundial].*

En mi experiencia, he visto que académicos cristianos de todo el mundo muchas veces son terriblemente inconscientes de lo mucho que precisan pensar todos los aspectos de sus respectivas disciplinas desde un punto de vista cristiano.

Por lo tanto, desde mis comienzos en el mundo académico, siempre quise ser un estudioso que cruzara las fronteras geográficas y sociales para trabajar en universidades de todo el mundo. Estas aspiraciones se materializaron en 2011 cuando, con la ayuda de Global Scholars, obtuve un empleo de profesor en Shanghái, China, donde ver a un extranjero (en especial un estadounidense) que enseñara la Biblia a largo plazo en una universidad pública era más raro que ver nieve en Buenos Aires.

Serví en Shanghái por cuatro maravillosos años antes de ceder al llamado de Dios para las universidades más allá de China, ocupando el cargo de vicepresidente de convenios mundiales de Global Scholars. Actualmente, junto con un equipo de estudiosos de todo el mundo, estamos creando una sociedad académica que sirva, financie y conecte a estudiosos cristianos y los aliente y ayude a integrar la fe con sus estudios. En otras palabras, esta sociedad animará a los académicos cristianos a pensar todos los aspectos de su vida académica desde una mirada cristiana.

¿Por qué este llamado?

¿Por qué decidí ir en pos de este llamado en particular: elaborar una filosofía que permita integrar la fe con los estudios académicos? Dicho en términos simples, porque hace falta… ¡y mucho! Permítanme repetirlo de una forma más enfática. No, permítanme “gritarlo” en mayúsculas: NECESITAMOS INTEGRAR LA FE CON EL MUNDO ACADÉMICO, NOS HACE MUCHA FALTA. En mi experiencia, he visto que académicos cristianos de todo el mundo muchas veces son terriblemente inconscientes de lo mucho que precisan pensar todos los aspectos de sus respectivas disciplinas desde un punto de vista cristiano.

Por ejemplo, hace poco pasé varias horas en una ciudad de la India con un grupo de académicos cristianos admirablemente comprometidos con la fe cristiana, dispuestos incluso a sacrificarse por Cristo. Todos ellos son un audaz testimonio del Evangelio. Sin embargo, por muchas pistas e ideas que les diera, simplemente no lograban concebir que su trabajo como profesores universitarios fuera un verdadero ministerio. Más bien, repetían una y otra vez cosas como “No veo la hora de jubilarme para poder dedicar mi vida entera al ministerio”. Le pregunté a uno de ellos, profesor y científico, si nunca había nacido en su interior el deseo de adorar a Dios mientras observaba por un microscopio la belleza de la creación y las complejidades del mundo subatómico. ¡Nada! Lo único que recibí fue una mirada perpleja seguida de una respuesta incrédula: “Yo solo adoro a Dios cuando leo la Biblia”.

Esta percepción es incorrecta. Hacer un buen trabajo académico sí es un buen ministerio. Los profesores universitarios están en una posición única, tan única que, de hecho, menos del 1 % de la población entera de la Tierra son profesores, pero ese porcentaje tan minúsculo influye sobre casi todas las demás personas del planeta. Más allá de la influencia pragmática que pueda tener un profesor, la Biblia manda claramente: “Y todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no como para la gente” (Col. 3:23). Sin duda, eso incluye el trabajo de los círculos académicos.

Piénselo así: ¿qué pasaría si llevo mi auto al mecánico y él me dice: “Soy cristiano”? Desde luego, son buenas noticias, pero ¿qué pasa si me dice: “Mi trabajo como mecánico solo es una forma de hacer verdaderas obras cristianas como compartir el Evangelio. De hecho, ser mecánico es solo un medio para cumplir el verdadero ministerio de Dios para mi vida”?. Como cliente le respondería:

Hermano, gloria a Dios porque usted sea un cristiano comprometido, y me alegra muchísimo saber de su llamado al ministerio, pero le estoy dejando mi auto porque usted es mecánico y le estoy pagando mucho dinero para que lo repare. Lo que en realidad necesito saber es si, además de cristiano, ¡es un buen mecánico! De hecho, considerando que es cristiano, debería ser lo mejor posible como mecánico. De no ser así, lisa y llanamente, estaría robándome. En términos simples, le diría que no separe su trabajo como cristiano de su trabajo como mecánico.

Ahora bien, volvamos al caso de los profesores. Si yo soy estudiante y le pago a una profesora cristiana para que me enseñe matemática, entonces esperaría que sea la mejor de las profesoras de matemática. Porque es cristiana, debería ser la mejor profesora dentro de lo que le permitan sus capacidades. Si es menos que eso, ¡me está robando! El robo no es una conducta de un buen cristiano. Los profesores cristianos no deberían separar su trabajo como cristianos de su trabajo académico.

Dios me ha llamado a mí, junto a una multitud de otros colegas, a propagar este mensaje sobre la integración de la fe con el trabajo de los profesores cristianos del mundo. Con esta finalidad en mente, estamos desarrollando lo que llamaremos Society of Christian Scholars (sociedad de académicos cristianos), que prevemos lanzar hacia fines del 2018.

*Publicado en Journal of the Evangelical Theological Society 56 [2013], págs. 337-353)

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(Si desea recibir más información acerca de este proyecto, contáctese con las siguientes personas según su ubicación geográfica: Dr. Richard Smith (comenius1251@gmail.com) para América de Sur; Dr. Granville Pillar (granville.ibolya@hotmail.com) para Europa; Dr. Osam Temple (osamosam2000@yahoo.com) para África angloparlante; Dr. Keith Campbell (kcampbell@global-scholars.org) para el resto del mundo.)

 

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