
Al escritor y compositor de tango, Enrique Santos Discépolo alguna vez se lo identificó como el “profeta laico”. Tal vez a algún creyente le desagrade que se utilice el término profeta para denominar a alguien que escribía letras y poemas irreligiosos. Pero por ello va la aclaración de laico. Para el periodismo y la crítica de su época, él era un profeta laico porque en varias de sus canciones condenaba los males de su tiempo.
Diversas letras de sus tangos lo muestran criticando duramente a la sociedad en la que vivía. Escribió con desgarradora sinceridad y brutal crudeza sobre la indecencia y la corrupción de ese período. Tampoco dejó de nombrar los hechos y las personas por su nombre; lo hizo sin disimulos ni simbolismos, y con adjetivos muy negativos. Por lo que acusó de inmorales a algunos de sus contemporáneos por sus deshonestas costumbres.
Como los antiguos profetas, en sus poemas: moraliza, califica, amonesta, enjuicia y advierte. Fue un eximio letrista de canciones memorables donde desnuda el alma humana. Aun en tangos que podemos llamar “románticos” como “Uno”, con música de Mariano Mores, expresa los más hondos sentimientos del ser humano.
Es en su canción más revulsiva, “Cambalache”, con música también de su autoría, donde logra sintetizar sus juicios más severos sobre la conducta humana. Desde el mismo comienzo, nos previene de que el mundo que habitamos fue y será siempre igual. “El mundo fue y será una porquería, ya lo sé/en el 510 y en el 2000 también”. Esta frase es una sentencia que enfatiza una y otra vez que nada va a cambiar para bien. “Todo es igual nada es mejor…” Con esta frase, Discépolo vaticina que no habrá mejoría en el comportamiento humano. Si tenemos en cuenta que este tango fue editado en 1934, vemos que su pronóstico del año 2000 se adelantó en 66 años y, como hemos visto, estos oscuros anuncios ocurrieron. Uno de las frases más conocidas de la canción dice: “ves llorar la Biblia junto a un calefón”. Aquí menciona la mezcla de lo sagrado y lo profano que muchos hacen. Y, cómo la Biblia, simbólicamente, reacciona al ambiente reinante.
“Cambalache”, no fue el único tango que expresa toda su amargura y desencanto con la humanidad y el mundo. En su canción “Qué vachaché”, escribe “¿Pero no ves… /que la razón la tiene el de más guita?/ ¿Que la honradez la venden al contado/y a la moral la dan por moneditas?”. O en “Tormenta”, donde directamente le pregunta a Dios el porqué de su tortura espiritual. “Aullando entre relámpagos, /perdido en la tormenta/de mi noche interminable, /¡Dios! busco tu nombre./No quiero que tu rayo/me enceguezca entre el horror,/porque preciso luz/para seguir./¿Lo que aprendí de tu mano/no sirve para vivir?/Yo siento que mi fe se tambalea,/que la gente mala, vive/¡Dios! mejor que yo…”
Escribió tangos muy reconocidos donde se interroga sobre la insignificancia de la vida del hombre y su mala conducta moral. En “Yira, yira”, describe toda su decepción y desesperanza con el género humano; su desilusión es enorme y en esta canción se muestra tremendamente escéptico con sus semejantes.
En sus canciones declaraba toda la soledad que sentía en un mundo despiadado y el dolor por la injusticia humana. La ambición brutal de los hombres le parecía increíble, tan insoportable como la corrupción moral que acechaba a la sociedad. Sus letras eran gritos desesperados de alguien que siente el maltrato y además no puede evitar una gran angustia moral. Se siente solo y triste ante una sociedad cruel. Esto lo lleva a escribir versos donde expresa el sufrimiento de un alma que no se quiere acostumbrar a la inmoralidad generalizada.
Sus referencias a Dios son muy comunes en su lírica. Un recurso muy utilizado era el de “interpelarlo a Él”. Por ejemplo en “Qué sapa, Señor”, incluso le pregunta por el sentido de este mundo desvariado. Evidentemente, creía en Dios y en su orden y justicia pero no era profesante de ninguna religión establecida. Así y todo escribió conceptos que podría suscribir más de un creyente.
Escribió “canciones de protesta” en las décadas del 20, 30 y 40; mucho antes de que la canción de protesta social fuese difundida en otros ámbitos y estilos musicales; especialmente en las décadas de los 60 y 70.
Algunas de sus declaraciones arrojan luz sobre su pensamiento y sus motivos para escribir con tanta pasión y con tanta melancolía por una humanidad que él sentía que se autodestruía.
“Muchos me dijeron que la amargura de “Uno” resultaba tremenda y desoladora… Pero yo estuve muchas veces ‘solo en mi dolor y ciego en mi penar’. La gente de nuestro siglo sufre mucho. Es un período terrible y precioso a la vez…”
“No he vivido las letras de todas ellas… pero las he sentido todas, eso sí. Me he metido en la piel de otros y las he sentido en la sangre y en la carne… Yo vivo los problemas ajenos con una intensidad martirizante. Grité el dolor de muchos, no porque el dolor de los demás me haga feliz, sino porque de esta manera estoy más cerca de ellos y traduzco ese silencio de angustia que adivino. Usé un lenguaje poco académico porque los pueblos son siempre anteriores a las academias. Los pueblos claman, gritan y ríen sin moldes”.
Enrique Santos Discepolo, escribió letras de tango y compuso canciones completas de músicas que pertenecen a la enorme discografía icónica del tango. Esos tangos son algunas de las más representativas obras de la canción porteña.
Muy interesante artículo… No creo que muchos porteños, quienes lo conocen por sus tangos, sepan estas cosas acerca de su vida…
Gracias, Guillermo por escribirlo y gracias, Richard por publicarlo.
Me gustaMe gusta
Muy bueno! Felicitaciones!! Justamente estoy tratando de desmenuzar a fondo la letra de UNO…proxima obra q haremos con el Coro de La Puerta Abierta. Grande Guille!
Me gustaMe gusta
Buenísimo informe! Felicitaciones!
Me gustaMe gusta